"El
arrinconamiento de las Humanidades es la forma más feroz de perder la
vida, es la muerte de la cultura", decía Emilio Lledó, Premio Princesa de
Asturias 2015 de Comunicación y Humanidades, parafraseando a Walter Benjamin, "y
en ello tienen responsabilidad programadores ignorantes de los planes de
estudio, una tremenda plaga, porque lo terrible es que un ignorante con
poder pueda determinar nuestra vida. La Universidad tiene que educar
la sensibilidad, ésa es la manera de crear libertades".
Emilio Lledó |
Jose Luis Sampedro |
José Saramago |
Estas reflexiones realizadas por uno de nuestros sabios actuales siguen la misma estela que otros humanistas como él ya habían comentado. Así Jose Luis Sampedro decía: “Vivimos en una sociedad, muy rica en conocimiento científico y enormemente pobre en sabiduría, que es el arte de vivir, de llevar al colmo las potencialidades de la existencia humana”.
José Saramago, por su parte, comentaba: "Desde el punto de vista empresarial, no hacen falta las humanidades. La pregunta fundamental de las humanidades es qué es el ser humano, mientras que para los círculos empresariales y tecnócratas que se ocupan de la utilidad inmediata la pregunta es para qué sirven los seres humanos.
La función de quienes tienen la responsabilidad del gobierno y también de los artistas consiste en la obligación de hacer el mundo cada día más humano. Por vivir en comunidad nuestra misión, que no es histórica, ni mucho menos divina, consiste en construir humanidad. Eso tiene que ser una preocupación diaria, para que la caída de todos los días se detenga".
Los valores están cambiando y lo hacen a costa de construir una sociedad donde el consumo, la autocomplacencia y la falta de respuesta, presiden nuestras vidas.
Gallinas en una granja industrial |
Imagen de Gran Hermano 14 |
El eliminar de los planes de estudio a la filosofía no deja de ser un eslabón más de una larga cadena en este proceso de atrofiamiento mental. Si el no conocer la historia nos condena a repetirla, no conocer como pensaron y reflexionaron otros antes que nosotros nos llevará a una pobreza dialéctica que más bien pronto que tarde, acabaremos pagando. Ya no es necesario hacer arengas pidiendo la muerte de la cultura, todo está encaminado a matarla sin más.
Se tiende a lo
práctico, a la especialización en una determinada rama o materia, pero se
pierde la visión global sobre lo que se está actuando. Posiblemente las
generaciones que acabamos la universidad a inicios de los 90 tuvimos todavía la
fortuna de tener una enseñanza más generalista. Como alumno que fui de la Escuela de Arquitectura recuerdo que las asignaturas
cursadas no alcanzaban en muchos casos la profundidad necesaria para tener un
dominio profundo de la materia estudiada, pero sí permitían saber cómo
interactuaban en relación con otras que intervendrían en los procesos de
proyecto y construcción. Es decir, se trabajaban con mayor profundidad las
asignaturas de proyectos y se obtenían los principios básicos de construcción,
estructuras, instalaciones, urbanismo, jardinería…, para que una vez terminado
el proceso todo actuara como un único sistema. En la actualidad parece que se
quiere potenciar más la especialización en alguna de esas partes, pero no siempre
teniendo en cuenta como interactúa con las otras, o lo que es lo mismo, el
calculista de instalaciones se preocupa que su trabajo funcione obviando cómo éste se implanta en el edificio. Las
necesidades actuales no son las mismas que las de tiempos pretéritos, y si hay
que calentar una catedral tan fantástica como la de Pisa o la inigualable
capilla turinesa de San Lorenzo del genial Guarino Guarini, no se duda en la
colocación de unos monstruos metálicos en donde haya espacio y se ofrezca respuesta
al problema. Da igual que estas descomunales máquinas tengan que convivir con
delicados espacios que artesanos y artistas de siglos anteriores hicieron con
el mayor de los cuidados y con la maestría que se transmitía de generación en
generación.
Catedral de Pisa, consagrada en 1119. Los "sutiles" cañones de aire se colocaron en la década de los 90 del siglo XX. |
De
la misma forma los programas de dibujo asistidos por ordenador han obtenido tal
desarrollo que se olvida que son un instrumento de trabajo, convirtiéndolos en
fines en sí mismos. Presentarse a cualquier concurso sin unas imágenes
renderizadas epatantes es sinónimo de fracaso, pero en muchas ocasiones los
resultados finales son decepcionantes cuando se pasa la frontera de la
realidad. Sutiles construcciones que se sujetan en el aire (recordemos que el
papel lo aguanta todo) pasan a ser grotescas moles con unas hipertrofiadas
estructuras que no fueron pensadas así desde el primer momento, sino que son
consecuencia directa de la construcción de lo que eran unas atractivas formas y
que en el proceso han perdido parte de su gracia inicial. Lo visual, la imagen, tiene mas peso que lo real, la construcción.
Concurso de granjas verticales para Londres |
Vivimos
en el mundo de lo inmediato, la ropa y los muebles ya no son para siempre, Zara e IKEA son una referencia en los mercados. La ropa y el mobiliario es de temporada, no se compra para que dure muchos años, mientras aguanten unos meses se dan por válidos. Es la generación "Kleenex", se usa y se tira. En la actualidad las uniones de los muebles se resuelven con
tornillos o silicona, se compran en kit, se llevan a casa y una vez allí los montan con mayor o peor destreza los propietarios, no hay una persona que llene de serrín nuestros salones y minuciosamente haga el ensamblaje de las distintas partes. Se están perdiendo los oficios a pasos
agigantados. Encontrar un buen carpintero que sepa hacer uniones de madera que
permitan un envejecimiento de su trabajo con la dignidad adecuada se está
convirtiendo en una misión imposible. Esta pérdida del gusto por el trabajo
bien hecho va estrechamente unida al coste del mismo, primándose exclusivamente
el precio del objeto que se necesita. Y ello es debido a lo que se comentaba al inicio de estas líneas, la escala de
valores se ha alterado. Recuerdo que mi abuelo Ramón, cuando iba a escoger unos
muebles no miraba tanto el diseño de los mismos, sino la veta y la calidad de
la madera, los ingletes, los encuentros. Conocía el oficio y apreciaba los detalles, sabía que de todo ello dependía que
aquellos muebles resistieran el paso del tiempo.
Ni que decir tiene que lo hicieron, no sucumbiendo con el paso del tiempo como otros más vistosos que llegaron
posteriormente.
Imágenes del libro ‘The Art of Japanese Joinery’ by Kiyosi Seike |
Instrucciones de montaje de la estantería Billy de Ikea |
Filosofía, cultura, buen hacer profesional, son términos que a muchos les sonarán a antiguo, de hecho, tanto como la humanidad, pero son indispensables para poder construir un futuro que merezca la pena. De nosotros depende apostar por uno u otro modelo, aunque lo vivido en el presente no es buen indicio de lo que puedan ser los tiempos venideros.
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